La experiencia de la menstruación es parte inherente a la vida de la mujer, no es común  referirse a ella o a las problemáticas económicas, ambientales y de salud que presenta su manejo. La ONG Wash United  propuso el 28 de mayo como el Día mundial de la higiene menstrual. Este es un primer paso para llamar la atención acerca de los tabúes y criterios sociales y culturales con respecto a la menstruación, así como promover su manejo como aspecto fundamental en  la educación sexual integral de niñas y jóvenes. Aquí, una interesante y valiosa reflexión en torno a la copa menstrual, una gran desconocida, sus pros y contras.

 

La menstruación es una realidad biológica que no debería limitar la vida o las actividades cotidianas, menos aún, para que la mujer sea “puesta en evidencia”, dado que es un fenómeno  normal en la vida reproductiva de la mujer. Sin embargo, esta “normalidad” fisiológica tiene  significados negativos que le han atribuido la cultura y la sociedad (House, Mahon & Cavili, 2012); aún en la época actual persisten el estigma, la vergüenza y el silencio, que hacen que los temas relacionados con el manejo de la higiene menstrual no sean habituales (Ahmed y Kabita, 2008). La posibilidad de realizar las actividades diarias y la manera de afrontar los diferentes aspectos de la vida femenina están relacionados con la seguridad, la comodidad y la confianza que resultan del manejo adecuado de la menstruación (Sumana y Colaboradoras 2015). Por lo anterior, el desarrollo de metodologías modernas, reutilizables y novedosas, que respondan a estas problemáticas en términos de comodidad, discreción, higiene y economía son necesarias  permitirles la libertad de realizar sus actividades diarias sin temor a ser verse expuestas, la posibilidad de practicar deportes y tener relaciones sexuales sin problema; esto es que puedan disfrutar de su vida plenamente sin que la menstruación sea un impedimento.

La higiene menstrual tiene en el mercado para su manejo diferentes  productos, entre ellos se encuentran: métodos desechables como toallas higiénicas, tampones de algodón o de fibra de bambú y los reutilizables como toallas de tela, ropa interior absorbente, esponjas marinas y las copas menstruales (Sumper y Torondel, 2013). El mercado de la higiene menstrual es muy lucrativo; en Estados Unidos, por ejemplo, se venden aproximadamente 20 millones de toallas higiénicas y tampones al año, con un mercado de más de 2 billones de dólares (Maloney, 2015).

 

 

La fabricación del tampón comercial y de la toalla higiénica tiene un gran impacto ambiental. El 60% del peso de una toalla higiénica corresponde a pasta fluff, proveniente del cultivo de pino; estas plantaciones eliminan parte del bosque tropical. Para hacerse una idea, en Argentina, al año se usan 10.140 toneladas de pasta fluff en toallas y tampones, que generan residuos en 3.380 millones de toallas y tampones. (Felitti, 2016). Las toallas higiénicas y protectores diarios son hechos de celulosa blanqueada o materiales sintéticos, con químicos desodorantes para aromatizar y películas plásticas para retener la sangre, son las más populares y las que son mejor percibidas como inofensivas por las mujeres, aunque se reportan problemas como irritaciones  de la vulva femenina asociadas a los químicos. Se ha reportado la presencia de dioxinas en ellas, aunque su absorción no ha sido estudiada. De otra parte, la disposición final de productos como toallas higiénicas y tampones genera una gran cantidad de material de riesgo biológico no reciclable, no biodegradable que contribuye a la contaminación del medio ambiente y que se disminuiría en gran medida con el uso de métodos reutilizables; esta situación, además desde el punto de vista sanitario presenta un riesgo  para las personas que manipulan estos desechos y más aún si se tiene en cuenta que podrían tener enfermedades de transmisión por vía sanguínea como la hepatitis B o el HIV (Sommer,2015).

Con respecto a los aspectos económicos, una mujer usa en promedio, trece productos de higiene por ciclo, esto es  163 por año y 6.500 en su toda su vida fértil. Estos costos tienen un impacto en la canasta familiar, y  no son tenidos en cuenta de manera rutinaria. Si se tiene en cuenta el valor de estos productos, afecta negativamente a aquellas en condiciones de pobreza o áreas rurales, quienes por falta de recursos económicos, al no poder adquirir productos comerciales, se ven obligadas a utilizar materiales como trapos o periódicos, lo que puede causarles problemas de salud como infecciones, exclusión social porque no pueden asistir a sus actividades normales (Beksinska, 2015).

¿Qué es la copa menstrual, cómo se usa?

La copa menstrual es un dispositivo de látex, silicona o elastómero termoplástico, flexible, en forma de taza, que se inserta en la vagina para recolectar la sangre, y se mantiene en su lugar por succión (Segen’s Medical Dictionary). Aunque desconocida, no es una invención reciente, las primeras patentes de estos dispositivos intravaginales hechos de caucho, se dieron en 1932 en Estados Unidos; en la década de 1980 se fabricaron en látex, pero se presentaron alergias que obligaron a descontinuarlas; en el Reino Unido en 1998 se patentaron las primeras copas de silicona médica hipoalergénica. En el último decenio, han aparecido en diferentes formas y tamaños de acuerdo con los distintos cuerpos y cantidades de flujo; en los últimos años se ha incorporado materiales como el elastómero termoplástico. Este dispositivo ha evolucionado, por ejemplo  la copa Looncup tiene un sensor que recopila información sobre la cantidad de líquido en ella y le informa a la mujer a través de una aplicación.

 

 

El material flexible del que está hecho la copa permite insertarla en la vagina de forma comprimida; esta se ubica el cuello del útero y se acomoda a su alrededor. Una vez allí, por un mecanismo de succión, queda sujeta por lo que no hay peligro alguno de que se desplace. Se recomienda vaciarla cada 6 u 8 horas. Para retirarla, se toma por el cabo, que queda expuesto en la vagina, se presiona el fondo de la copa para liberar el vacío y se retira. Puede lavarse con agua y a final del uso en cada periodo, se esteriliza con agua caliente. Un estudio en niñas nepalesas mostró que la  satisfacción con el uso de la copa mejora con el tiempo, encontrando una satisfacción del 98 %, luego de 6 meses de uso continuo, ya que  este es el tiempo que  se considera como la curva de aprendizaje (Oster, 2011).  La copa requiere de tiempo para que la mujer conozca su cuerpo, el dispositivo y logre adquirir la experiencia necesaria para usarla con confianza; algunas mujeres manifiestan inquietudes para realizar su lavado en baños públicos, pero realmente no es necesario hacerlo entre vaciados; basta con tener las manos limpias y eliminar  completamente su contenido antes de reinsertarla nuevamente.

Además de su practicidad al uso y de su ventaja costo-beneficio, la copa menstrual es un método de higiene femenina seguro y saludable.  Un estudio realizado con 406 mujeres en Estados Unidos (North y Oldham, 2011) demostró la seguridad de la copa menstrual. En él, se realizaron exámenes ginecológicos, colposcopia, uroanálisis, pH vaginal y Gram de flujo cada mes y durante un periodo de tres meses. Se encontró que no hubo modificaciones en la flora vaginal por microorganismos asociados con vaginosis bacteriana (G.Vaginalis, Cándida A y Bacteriodes); los niveles de Lactobacilus se mantuvieron en niveles normales, y el examen pélvico, la colposcopia y pH vaginal no mostraron alteraciones.

La copa, un dispositivo transformador

La principal ventaja de la copa menstrual es que su uso resignifica la menstruación. La principal queja femenina es la molestia que implica el tener que usar toallas higiénicas o tampones, la posibilidad de  “mancharse”,  de que “se note”, el mal olor y las limitaciones físicas y sociales que conlleva; con el uso de este método claramente  se tiene una  mejoría en esta experiencia; además de que produce un cambio en la autopercepción del cuerpo femenino ya que al ser un dispositivo insertable, obliga a quien la utiliza a explorar y conocer sus genitales; cuanto más se usa, más confianza se adquiere, y según muchas usuarias, la relación y el concepto de la sangre menstrual se transforman, llegando a aceptarla con total naturalidad, lejos de tabúes y limitaciones culturales.

La copa tiene muchas ventajas; por ser un método intravaginal, no se ve, no tiene olor, es discreta y puede ser empleada hasta por doce horas continuas. Así mismo, el balance normal de la flora vaginal no se altera; ya que la sangre menstrual se recoge dentro de la copa, y por eso el fluido no entra en contacto con las bacterias de la flora vaginal, lo que disminuye la posibilidad de presentar flujos vaginales. La copa permite, además, realizar actividades acuáticas y deportivas de alto impacto de manera segura. Cuando la copa se inserta de manera adecuada, “no se siente”; las mujeres que la utilizan, relatan mejoría en la movilidad, facilidad de uso, sensación de limpieza y mejoría en la confianza y privacidad al no dejar rastros delatores cuando se realiza el cambio en los baños públicos.

El African Population and Health Research Center (APHRC) en Kenia, como parte de un programa para mejorar la calidad de vida de las mujeres, realizó campañas de donaciones de copas menstruales para niñas y sus madres en regiones rurales en el 2010, con el fin de mejorar el manejo de la higiene menstrual. Las adolescentes y mujeres que la usaron, encontraron con el uso de la copa menstrual una mejoría en su situación económica al no tener que destinar dinero en otros métodos de higiene; destacaron una mayor sensación de higiene, y manifestaron una mejora en la asistencia escolar, así como la disminución de consultas médicas por irritaciones y flujos vaginales. Así, el uso de la copa brindó a las mujeres la oportunidad para abordar temáticas relacionadas con la salud sexual y reproductiva y como una puerta para el acceso a servicios de salud en relación con la detección del cáncer cervical, infecciones de transmisión sexual o enfermedades relativas a la salud reproductiva.

Una copa tiene una vida útil de hasta diez años, por lo que es el método de higiene femenina más costo-eficiente y respetuoso con el medio ambiente.  Este método además, permite el desarrollo de un pensamiento ecológico femenino, en que además de las ventajas económicas, derivadas de su uso, plantea una responsabilidad personal ambiental frente a la producción de los métodos de higiene tradicionales y la disposición de sus desechos.

Su desventaja: La falta de conocimiento

La principal desventaja que tiene la copa menstrual es la falta de conocimiento de su existencia, debida principalmente a los profesionales de la salud, quienes no la ofrecen como un método de higiene, por cuanto este tema no hace parte de los aspectos abordados en forma rutinaria en la educación sexual de las niñas y jóvenes.  Cuando  las mujeres solicitan información, se encuentren con profesionales que no las pueden orientar adecuadamente sobre su uso, sus ventajas, complicaciones y precauciones. La falta de información científica sobre el tema, hace que en revistas como SemanaCromos y Fucsia sean entrevistados profesionales de la ginecología que indican formas inadecuadas de uso. Por ejemplo, aconsejan insertarla en la parte baja de la vagina, en lugar de alrededor del cuello uterino; entre las contraindicaciones mencionadas en estas publicaciones está su uso durante las relaciones sexuales, cuando esta una de las ventajas de este dispositivo, debido a que al estar el flujo contenido en la copa, no existen inconvenientes de fugas, lo que hace que las relaciones durante este período puedan realizarse, de manera cómoda para la mujer.

 

 

Existen otras situaciones ya de tipo personal, que una vez conocido el método interfieren con la posibilidad de ser usada y son aquellas relacionadas  principalmente con el rechazo a la manipulación de la sangre y del propio cuerpo –pese a que mediante una buena manipulación, el contacto con la sangre se hace mínimo–; la dificultad en su inserción y remoción por desconocimiento de la anatomía y fisiología femenina, y algunas dudas para realizar el vaciado, el cambio y la higienización de la copa (Beksinska, 2015).

Otro aspecto importante es la poca posibilidad que tienen las mujeres de las zonas rurales o de poblaciones vulnerables de conocer este método de higiene. Solo las mujeres que tienen acceso a internet o a revistas femeninas la conocen; su venta es aún muy exclusiva en el país, no se encuentra en tiendas de salud ni en supermercados, su venta se limita a distribuidores por ventas web. Pareciera entonces que el mercado no quiere abrir un espacio verdadero a esta otra posibilidad de higiene femenina, y esto se puede entender por los grandes ahorros que genera en términos de su costo-beneficio; el precio promedio de una copa menstrual hoy es de $80.000, y su vida útil es de diez años, claramente eso representa una ventaja gigantesca para las consumidoras, pero no para las empresas productoras de productos de higiene femenina.

Entre los problemas que se pueden presentar por la mala utilización están la posibilidad de aparición de síndrome de shock tóxico, que es una enfermedad potencialmente mortal, causada por toxinas bacterianas que ingresan al torrente sanguíneo (Mitchell, 2015) y el riesgo de producir endometriosis o adenomiosis (Stacey, 2003), cuando  se supera las doce horas continuas, sin el debido vaciado del flujo menstrual.

En defensa de su uso y promoción

El manejo de la higiene menstrual es un tema no sólo biológico, tiene profundas implicaciones sociales, culturales, económicas y hasta de carácter ambiental que lo hace un tema de  especial importancia y que es poco abordado, pese a ser una situación universal y que afecta la calidad de vida de las mujeres durante su vida fértil.  La falta de conocimiento de opciones diferentes a las tradicionales no permite que las mujeres puedan decidir libremente si optar por un método desechable o reutilizable como la copa menstrual, por lo que es fundamental que la sociedad en su conjunto sepa de su existencia, sus ventajas, desventajas y recomendaciones de uso.

La copa menstrual es un método efectivo y seguro; teniendo la precaución de vaciarla cada seis u ocho horas, se evitan las posibles  consecuencias negativas. Los profesionales de la salud deben estar al tanto de este nuevo método de higiene a fin de poder orientar y atender las inquietudes de las mujeres que usen este dispositivo. Otro aspecto de interés son aquellas mujeres en estado de vulnerabilidad económica o social; en los mercados donados para las emergencias por desastres naturales o civiles no se tiene en cuenta este método de higiene, que podría ser una solución efectiva para las mujeres afectadas, y podría además, ayudar a paliar las desigualdades socioeconómicas relacionadas con el género. Además, tiene un alto impacto favorable para el medio ambiente al ser reutilizable y no generar desechos que tardan muchos años en ser biodegradados.

La copa menstrual es un método de higiene femenino moderno, reutilizable, económico, amigable con el medio ambiente, que permite a las mujeres hablar sobre el tema, empezar a cambiar los preconceptos sobre la menstruación y construir una relación personal, íntima y única con sus cuerpos y su sangre. Sin duda, la copa menstrual puede brindar grandes ventajas en la calidad de vida, salud sexual y en la economía femenina. Se hace necesario entonces que la comunidad universitaria y los profesionales de la salud la conozcan, y de esta manera, se le ofrezca a las mujeres la posibilidad de conocer este método para la gestión de su menstruación, de modo que cada una decida si usarla o no, basada en información científica y de acuerdo con sus preferencias.